El análisis de la actualidad científica y todo el contexto para entenderla
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FRANCISCO DOMÉNECH
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¡Saludos! Soy Francisco Doménech y este es el boletín de Materia, la sección de ciencia de EL PAÍS. La lectura del muy recomendable Todos los seres vivos (Taurus) nos ha llevado a entrevistar esta semana a su autor, Jason Roberts. El libro, que recientemente ha ganado un premio Pullitzer, es una doble biografía de Carl Linneo y de Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon. A mediados del siglo XVIII, ambos se propusieron realizar un descomunal catálogo de toda la vida en la Tierra, identificando y clasificando el máximo posible de especies. Linneo y Buffon tuvieron dos formas antagónicas de enfrentarse a la existencia, y sus ideas transformaron nuestra manera de entender la vida, allanando el camino a la revolución científica que casi un siglo después desencadenó Charles Darwin.
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Pregunta. También parece que en una época de incertidumbres como la que siguió a sus muertes, con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, se prefería ese modelo preciso y cerrado de cómo funciona el mundo. Un poco como ahora.
Respuesta. Totalmente. Estoy de acuerdo con usted en que uno de los grandes desafíos de la cultura actual es el atractivo del simplismo. Y me pregunto si esto no es una reacción de muchas personas a sentirse abrumadas por la enorme cantidad de información que recibimos de golpe. Buscan extraer orden del caos y no quieren sentirse poco inteligentes. Creo que ese es uno de los atractivos de las visiones del mundo hipersimplistas: le dan a la gente la sensación de que pueden comprender las cosas, que todo es fácil.
Estoy viendo muchas tendencias que son antiintelectuales, pero también anticonflicto. El sistema político estadounidense actual es un ejemplo de libro del simplismo tratando de imponerse sobre una realidad política que es muy compleja. Existe esta idea de que cuando los intelectuales dicen que algo es complicado, lo hacen para hacerse los listos, y que en realidad todo se resolvería con un poco de sentido común. Creo que la capacidad de apreciar la complejidad —de reconocer que no necesariamente lo entendemos todo— es un valor social que debemos redescubrir.
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Esas tensiones que resultan de intentar simplificar lo complejo tienen mucho que ver con nuestro trabajo diario en Materia. El propio Mediavilla lo ha hecho al contaros que se ha publicado Un gigantesco mapa molecular que abre el camino para curar el alzhéimer y el párkinson. Para desentrañar los misterios que aún encierran estas enfermedades, se constituyó el Consorcio Global de Proteómica de la Neurodegeneración (GNPC), que está realizando cientos de millones de análisis de muestras de plasma sanguíneo y líquido cefalorraquídeo, intentando desentrañar el papel de ciertas proteínas en el desarrollo del alzhéimer o el párkinson.
Lamentablemente, el cómo esas proteínas participan en los procesos degenerativos es algo demasiado complejo. No se espera un momento Eureka que encuentre un camino simple y concreto hacia la curación. En cambio, este consorcio abrirá muchos caminos diferentes en múltiples direcciones, al compartir todos esos millones de análisis con investigadores de todo el mundo:
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El trabajo del GNPC y la presentación de los primeros datos es solo el principio de una nueva etapa para la investigación de este tipo de enfermedades. Aunque los participantes han tenido un año de exclusividad en el uso de datos, después estarán a disposición de toda la comunidad científica para que los analice. Esta cantidad de muestras, obtenidas en grandes cohortes de distintos lugares del mundo, hará más fácil que los resultados se puedan comparar para asegurarse de que son replicables y pueden tener utilidad para los pacientes. “Esto es una primera descripción de lo que se tiene, pero lo más interesante viene ahora”, resume Suárez-Calvet. Biomarcadores tempranos para el diagnóstico, nuevas dianas para fármacos más efectivos y un modelo de medicina de precisión, adaptada a las características personales de cada paciente, son algunas de las promesas para un grupo de enfermedades con un peso cada vez mayor.
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Mientras tanto, otro equipo internacional de científicos ha descubierto que
Un gen que convierte las bacterias en superbacterias se extiende por hospitales y granjas. Mi compañero Manuel Ansede ha hablado con el microbiólogo Bruno González Zorn, catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Su equipo ha identificado el gen en Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Australia, China y Francia, sobre todo en una bacteria que causa diarreas que pueden ser letales en pacientes debilitados. Ante el inicio de esta preocupante diseminación mundial, este investigador detalla las acciones que aún estamos a tiempo de tomar:
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“Tenemos que actuar ya para detectar el gen de forma temprana”, opina González Zorn. “Muchas veces detectamos genes nuevos cuando ya han aparecido en muchísimas unidades de cuidados intensivos en muchos países y ya es tarde. Sin embargo, esta vez hemos visto que se está diseminando de forma silente y que no está en España. Es un muy buen momento para desarrollar herramientas para detectarlo y evitar que se disemine. O al menos poder encontrarlo de forma temprana para aislar a los pacientes y saber contra qué estamos luchando”, añade el microbiólogo. “Si lo hubiésemos detectado en 20 o 30 UCI españolas habría sido un desastre, ya sería tarde. Lo bueno es que estamos a tiempo para luchar contra ello, pero tenemos que actuar ya”.
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En principio también parece preocupante esta otra noticia: El mayor acelerador de partículas del mundo observa un huidizo desequilibrio entre materia y antimateria. Resulta que un experimento en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), en Suiza, ha observado por primera vez una asimetría entre materia y antimateria fundamental para la existencia del universo, y que podría evidenciar fenómenos más allá de la física conocida.
Simplificando esas ideas, podría ser la premisa de una película de ciencia ficción que lleva a unos superhéroes a arriesgar sus vidas para salvar el mundo; o también el comienzo de un relator de terror en el que unos insensatos investigadores a abrir una puerta hacia lo paranormal. Sin embargo, mi compañero Nuño Domínguez nos explica las complejas implicaciones de este experimento, hablando con científicos que han participado en él. Además, nos lleva a otros descubrimientos anteriores de estos desequilibrios en la historia de la física de partículas:
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A los físicos de partículas les gusta creer que la naturaleza respeta la simetría, pero si fuera así el universo no existiría. La teoría del Big Bang sostiene que el universo apareció hace 13.700 millones de años con una cantidad idéntica de materia y antimateria. Estas partículas son simétricas, como un objeto real y su imagen en un espejo, pero de carga opuesta, por lo que deberían haberse desintegrado unas a otras en un descomunal estallido de luz. Sin embargo, el cosmos actual está hecho casi al completo de materia bariónica, la que forma los átomos, y apenas nada de antimateria.
La primera prueba directa de asimetría se observó en 1964 —en plena Guerra Fría— en el que por entonces era el mayor acelerador de partículas del mundo, el Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Estados Unidos. La instalación se había construido para investigar la física de partículas después de la inmensa inversión en el Proyecto Manhattan, que culminó con las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. En aquella ocasión, la discrepancia se captó en un tipo de partículas conocidas como mesones, compuestas por un quark y un antiquark.
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