Querida lectora, querido lector:
“Los cañones nos harán fuertes; la mantequilla nos hará más gordos”. El analista Jorge Galindo recordaba en marzo esa frase del nazi Hermann Göring, convertida luego en un axioma popularizado por el Nobel de Economía Paul Samuelson: los recursos de una sociedad son limitados. Si queremos producir más cañones, debemos renunciar en parte a producir otras cosas, llámense mantequilla, pensiones o becas. Galindo explicaba que esa es una falsa dicotomía: la inversión en Defensa puede ser una fuente de riqueza. No parece que ese argumento vaya a convencer a quienes piensan que los países de la OTAN que dedicarán el 5% de su PIB a gasto militar, pagarán un alto precio social por ello. Nuestro corresponsal en Francia, Daniel Verdú, nos explica este jueves el durísimo recorte presupuestario de 44.000 millones de euros (el 1,3% del PIB) anunciado por el Gobierno francés. Las razones que han llevado a ese tijeretazo son complejas, pero, en ese contexto, el anuncio de París de que el presupuesto militar aumentará 6.500 millones de euros en dos años amenaza con espolear el descontento de la calle.
Aranceles y ballenas. Nuestro corresponsal en Bruselas, Manuel V. Gómez, consiguió el martes una copia de una lista de 202 páginas. Era la relación de productos que la UE propone gravar con aranceles que podrían llegar al 30%, por valor de 72.000 millones de euros, si la Administración de Trump no da marcha atrás en su decisión de imponer gravámenes análogos a las exportaciones europeas a Estados Unidos. Más allá de categorías claves como los aviones Boeing, en la lista había mercancías insólitas. Por ejemplo, las ballenas, los delfines o los camellos vivos que los países europeos compran a EE UU. Es una anécdota, pero esa lista tan prolija hace pensar en la complejidad de la relación comercial entre la UE y Estados Unidos, un gigante que ahora la guerra comercial de Washington podría dinamitar.
No solo Bruselas se está topando con el muro proteccionista de Trump. México, un país crucial para Estados Unidos, trata de contener la andanada de los aranceles.
Mientras, otros países han optado por plegarse a las amenazas.
Brasil. Entre los estados que no parecen dispuestos a ceder sin dar batalla, destaca Brasil, que está subiendo el tono. El presidente Lula ha amenazado a Trump con aranceles recíprocos:
Trump utiliza los aranceles para tratar de imponer su agenda política y Brasil es un ejemplo de ello. El republicano justifica en parte la amenaza de esos gravámenes porque, sostiene, el expresidente Jair Bolsonaro, está siendo sometido a una "caza de brujas".
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