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16 de mayo de 2025 
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Cuando el presidente Joe Biden dejó el cargo, había alrededor de 2500 elementos militares en la frontera de Estados Unidos con México. Ahora son más de 8600.
El despliegue de uniformados es otra más de las iniciativas del gobierno del presidente Donald Trump para detener el flujo de cruces no autorizados al país.
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El presidente Trump está rompiendo con la práctica de sus predecesores de limitar en su mayoría los despliegues a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México a un pequeño número de soldados en servicio activo y reservistas. |
Sin embargo, estas medidas restrictivas no solo han tenido un impacto en las personas indocumentadas. La actual política migratoria también ha afectado al menos a otras dos áreas de importancia.
Los turistas de todo el mundo han empezado a dejar de visitar Estados Unidos. Ante la incertidumbre en los puertos de entrada, los tipos de visas y requerimientos de ingreso y el clima político general, la industria turística ha previsto pérdidas de hasta 12.500 millones de dólares solo para este año, según un informe reciente. Sería una caída de más del 20 por ciento desde el auge de 2019.
“Mientras otras naciones extienden la alfombra de bienvenida, el gobierno estadounidense está colgando el cartel de ‘cerrado’”, dijo hace poco Julia Simpson, presidenta y directora ejecutiva del Consejo Mundial de Viajes y Turismo. “Estoy muy segura de que el presidente Trump, con su experiencia en hostelería, comprende que los turistas solo quieren venir y disfrutar del hermoso país y de la gente y de la historia y luego volver a casa”.
No está claro si esta tendencia se mantendrá el próximo año, cuando una decena de ciudades estadounidenses serán sede de partidos del Mundial de fútbol junto con Canadá y México. De hecho, hace poco el vicepresidente JD Vance dijo que los aficionados serían bien recibidos por un corto tiempo, y luego “tendrán que volver a casa. Si no, tendrán que hablar con la secretaria Noem”, añadió, refiriéndose a la secretaria de Seguridad Nacional.
Los viajeros no son los únicos que sienten que el tapete de bienvenida se ha vuelto súbitamente más pequeño. En lo que va de este año, Estados Unidos ha empezado a sufrir una fuga de cerebros, pues poco a poco se han ido desmantelando numerosos programas científicos, universitarios y de investigación que atraían a científicos, académicos y estudiantes de todo el mundo.
También ha habido informes de estudiantes que han sido arrestados y detenidos por participar en protestas. Y el miércoles el gobierno anunció que Kseniia Petrova, una científica de origen ruso que lleva meses en detención de ICE, sería deportada luego de que se le imputaron cargos penales por contrabando. Petrova transportaba unas muestras de embriones de ranas para su laboratorio en Harvard, donde estudiaba el envejecimiento.
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Kseniia Petrova, científica de Harvard, en 2021. Está en una prisión de Luisiana desde el 16 de febrero. Polina Pugacheva |
El gobierno de Trump, no obstante, ha abierto las puertas al menos en dos frentes: por un lado se ha anunciado un programa de “visas doradas” para personas que inviertan cinco millones de dólares en el país.
Y, por el otro, esta semana llegó un grupo de sudafricanos blancos que serán acogidos como refugiados, un estatus cada vez más restringido para la mayoría de nacionalidades. Elon Musk, el multimillonario sudafricano y asesor del presidente Trump, ha amplificado y difundido información falsa sobre el “genocidio de blancos” en su país.
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