Este hábito está arruinando silenciosamente tus relaciones
Muchos de nosotros lo hemos hecho, pero eso no significa que esté bien, dicen los expertos.
El Times

5 de abril de 2025

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Ilustración de una silla de madera delante de una pared de ladrillo rojo. El fondo es azul claro.
Ilustración por Matt Chase; Fotografías de Shutterstock

Una noche de la semana pasada, mi esposo Tom y yo discutimos. A la mañana siguiente, yo seguía echando humo. Así que le hice la ley del hielo.

Para los que nunca lo han hecho, la ley del hielo es cuando una persona se niega intencionadamente a comunicarse contigo o, en algunos casos, hasta a reconocer tu presencia. Es una maniobra habitual que se utiliza en todo tipo de relaciones, dijo Kipling Williams, profesor emérito de ciencias psicológicas de la Universidad de Purdue, quien ha estudiado los efectos de la ley del hielo durante más de 30 años.

La táctica que utilizaba con Tom es una que los investigadores de la Universidad de Sidney denominan “silencio ruidoso”. Es cuando una persona intenta, de forma evidente, mostrarle al otro que lo está ignorando, como abandonar teatralmente la habitación cuando entra la otra persona.

Me avergüenza decir que esa fui yo. Cuando me fui al trabajo sin mediar palabra, miré a Tom fijamente y luego di un portazo espectacular.

Utilizar la ley del hielo es tentador porque puede sentirse bien, temporalmente, hacer que la otra persona se retuerza, dijo Erin Engle, psicóloga del Centro Médico Irving de la Universidad Columbia/Presbiteriano de Nueva York. Pero, añadió, puede tener consecuencias a largo plazo en tu relación.

Pregunté a los expertos qué hacer si te hacen la ley del hielo, o si sientes el impulso de hacérsela a otra persona.

Si tienes la tentación de dejar de hablarle a alguien

Algunas personas creen que la ley del hielo es una forma más suave de afrontar los conflictos, dijo Gail Saltz, profesora clínica asociada de psiquiatría del Hospital Presbiteriano de Nueva York.

Pero no lo es, explicó. “Responder con silencio es un castigo”, dijo, “así lo reconozcas o no”.

Para quien está siendo excluido, crea “ansiedad y miedo, y sentimientos de abandono”, dijo Saltz, y a menudo provoca una “cascada de dudas sobre sí mismo, culpa y autocrítica”.

Y duele, añadió Williams. Su investigación sugiere que ser excluido e ignorado activa en el cerebro las mismas regiones dolorosas que el dolor físico. “Así que no es solo metafóricamente doloroso, sino que el cerebro lo detecta como dolor”, dijo.

Si te sientes abrumado, pide un poco de tiempo, aconseja Williams. Puedes decir: “No puedo hablar contigo ahora, estoy muy alterada. Voy a dar un paseo y volveré dentro de una hora”.

Di una hora clara en la que estarás de vuelta y dispuesto a hablar, para no dejar las cosas abiertas, dijo James Wirth, profesor asociado de psicología de la Universidad Estatal de Ohio en Newark, quien estudia el ostracismo. La ambigüedad, dijo, es parte de lo que hace que la ley del hielo sea “realmente letal”.

Y recuerda: aunque utilizar la ley del hielo puede darte una sensación de poder y control, dijo Williams, también es agotador. Requiere trabajo imponer “este comportamiento que es inusual y contrario a las normas”, explicó, “así que requiere mucho esfuerzo cognitivo y mucho esfuerzo emocional”.

Si es a ti a quien no le hablan

No hay mucha literatura sobre la forma más eficaz de romper el silencio, dijo Wirth. La única sugerencia verdadera basada en la investigación, dijo, es que hay que dejar de hacerlo.

Si te animas, dijo, escribe una nota o apela a la persona directamente en lugar de prolongar el silencio.

Para restablecer la conexión, intenta apelar a tu empatía, dijo Saltz. Aunque reconoció que puede ser difícil. “Piensas: ‘¿por qué no pueden hablar conmigo? Como diciendo: ‘Esto es terrible, no les cuesta nada a ellos’”, dijo.

Pero eso no es necesariamente cierto, añadió. La persona puede haber llegado a un estado de angustia, dijo. “En realidad, no es fácil para ellos”, dijo. “Es duro para ellos”.

Saltz sugirió acercarse a la persona con franqueza y curiosidad utilizando el siguiente guion: “me hace sentir que no podemos avanzar cuando me respondes con silencio. Quiero entender lo que te pasa. No quiero que te sientas disgustada. Quiero que las cosas mejoren entre nosotros. Y para eso necesito más información sobre lo que te ocurre”.

Y aunque muchos de nosotros somos culpables de utilizar la ley del hielo de vez en cuando, añadió Saltz, si, por ejemplo, una pareja maneja crónica y frecuentemente todos los conflictos de esta manera, entonces “es justo calificarlo de abuso emocional”.

En un momento de calma, pide a tu pareja que piense en otras formas de resolver los conflictos, dijo Saltz.

Si eso no funciona, dijo Engle, puedes sugerir que ambos vayan a terapia, para que aprendan formas más eficaces de manejar los desacuerdos o de estar emocionalmente agobiados.

Si tu pareja no está dispuesta a probar la terapia, dijo Saltz, entonces ve tú, “para desentrañar el papel que desempeñas en la interacción y obtener orientación sobre cómo gestionar la ley del hielo cuando te está ocurriendo a ti”.

Mi “silencio ruidoso” con Tom duró solo unas horas, pero la próxima vez lo hablaré en lugar de dejarlo fuera. Cuando llegué a casa del trabajo, me ofreció una bolsa de galletas de una pastelería que me gusta, aunque no debería haber tenido que recurrir a un soborno.

Aun así, mi lema es “acepta todas las galletas”, así que eso rompió el hielo.

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