El análisis de la actualidad científica y todo el contexto para entenderla
͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏
|
|
|
FRANCISCO DOMÉNECH
|
|
|
Alberto Casas, profesor de Investigación del CSIC. / FERNANDO VILLAR
|
|
|
|
|
|
¡Saludos! Soy Francisco Doménech y este es el boletín de Materia, la sección de ciencia de EL PAÍS. Esta semana me gustaría destaros una parte de nuestro trabajo, especialmente agradecida, que nos da el privilegio de conectar con alguna de las mentes más brillantes del mundo de la investigación científica y de la innovación tecnológica, o de la aplicación de los avances en ambos terrenos a la mejora de la salud y el bienestar.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Tenemos la suerte de poder hablar cada semana con brillantes científicos, ingenieros, médicos y hasta políticos. Y esta semana, varias de esas conversaciones que nos producen un profundo impacto mientras trabajamos han cristalizado en entrevistas que habéis leído más que ninguna de nuestras noticias sobre los últimos descubrimientos de la ciencia.
Es el caso, sobre todo, de la charla de mi compañero Raúl Limón con el físico Alberto Casas, que acaba de publicar un libro que describe el paso del tiempo como una ilusión. Nos ha fascinado la manera en la que aborda la vida y nuestra existencia desde una disciplina —la física— que puede parecer fría: “El libre albedrío es una ilusión creada por nuestro cerebro. Todo lo que va a suceder está ya escrito”, explica Casas:
|
|
|
|
Si las leyes de la física son deterministas, entonces es evidente que no tenemos libre albedrío porque todo lo que va a suceder está ya escrito. Pero tampoco la física cuántica, que es intrínsecamente probabilística, facilita el libre albedrío. Las hechos pueden no estar predeterminados, pero sí sus probabilidades, y nosotros no podemos afectarlas de ninguna manera sin violar las leyes de la física, no tenemos control sobre ellas.
Por eso creo que el libre albedrío es una ilusión creada por nuestro cerebro, la sensación de que controlamos nuestros actos. Cuando hacemos algo, parece que es el resultado de una libre elección, pero en realidad la decisión ya estaba tomada. Muchos experimentos neurológicos indican que las decisiones están tomadas una fracción de segundo antes de que seamos conscientes de ellas. Desde el punto de vista de la física, no puede ser de otra manera: no hay ninguna ley física que, en mi opinión, dé espacio a la libre elección de un ser consciente como somos nosotros. No es una conclusión muy agradable, lo reconozco, pero parece ser lo que dice la física.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
La zoóloga estadounidense Beth Shapiro, con un cachorro de lobo gigante. / COLOSSAL
|
|
|
|
|
Otro redactor de nuestro equipo, Nuño Domínguez, ha hablado con Beth Shapiro, la directora científica de una empresa —Colossal Biosciences— que ha convertido su aproximación a la biotecnología y la ingeniería científica en todo un fenómeno de masas. Solo en este 2025, Colossal ha presentado en sociedad a unos ratones lanudos que parecen sacados de un cuento infantil y a unos lobos gigantes que, en nuestra imaginación, remiten a los huargos de Juego de Tronos.
Ambas criaturas han sido concebidas gracias a genes rescatados de la prehistoria. Pero su gran reto va más allá: desextinguir icónicas especies del pasado; como el dodo y, sobre todo, el mamut. Esa llamada resurrección de especies, que en realidad no lo es —solo se recrea el aspecto de animales extintos, no como en la ciencia-ficción de Parque Jurásico—, ¿tiene verdadera importancia científica o solo es puro espectáculo? “Es la última oportunidad para muchas especies a punto de desaparecer”, justifica Shapiro:
|
|
|
|
Muchos entornos están cambiando a un ritmo que la selección natural no puede mantener. En un mundo ideal dejaríamos de expandirnos y les daríamos a las especies la oportunidad que merecen. Pero ya es tarde para eso. La huella humana es demasiado grande, así que necesitamos nuevas herramientas; y esto incluye traer de vuelta la interacción entre especies desaparecidas y los ecosistemas, lo que permite que sean más resistentes. Imagínate que pudiéramos modificar el ADN del mielero hawaiano [un grupo de aves al borde de la extinción] para hacerle resistente a la malaria, enfermedad que hemos introducido los humanos a través de los mosquitos. Algo parecido sucede con el hurón de patas negras o la vaquita marina.
Eso les permitiría seguir viviendo en su entorno a pesar de la actividad humana. Esta selección de especies —dos mamíferos placentarios, un mamífero marsupial, y un par de aves— significa que podemos lograr herramientas aplicables a lo largo de todo el árbol de la vida animal, con el fin de ayudar a las especies a evitar la extinción. En muchos casos es la última oportunidad para muchas especies a punto de desaparecer. Necesitamos estas herramientas con urgencia para tener un futuro en el que la biodiversidad y la presencia humana no sean incompatibles.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
La psicóloga y neurocientífica Anne-Laure Le Cunff. / EMEKA IKECHI
|
|
|
|
|
En una semana en la que una buena parte del equipo de Materia tiene la sensación de que ha trabajado más de lo que ha vivido, ha sido casi inevitable para nosotros darle vueltas a la conversación que ha tenido Enrique Alpañés con Anne-Laure Le Cunff, una neurocientífica que nos invita a llevar la mentalidad experimental al terreno de la psicología. Ese es el eje de un ensayo que ha presentado recientemente y en el que aboga por convertir las aficiones y la creatividad en el motor de la vida. Es su reacción a un mundo que considera que exige demasiadas certezas y resultados.
“El valor de un individuo se ha vinculado a su productividad; si tienes un buen trabajo, aportas a la sociedad”, advierte Le Cunff:
|
|
|
|
Vivimos en un entorno ultracapitalista, donde lamentablemente el valor de un individuo se ha vinculado a su productividad, creemos que si tienes un buen trabajo, aportas mucho a la sociedad, pero esto no es cierto. Puedes tener mucho valor como ser humano, como pareja, padre, amigo, como estudiante… La sociedad hace que nos olvidemos de esto muchas veces y las redes sociales solo empeoran este problema. Porque ahora tenemos una enorme tabla de clasificación donde podemos comparar el éxito de las personas.
Hace unas generaciones, dejabas de tener contacto con la gente con la que habías crecido y estudiado. Pero ahora, si tienes entre 30 y 40 años, estás al tanto de todo lo que pasó con todas las personas que conociste en todas las etapas de tu vida. Eso no es natural. Ni es bueno. Puedes compararte con otros, medir el éxito de todas las personas que pasaron por tu vida. Y eso crea una comparación social muy perjudicial, creo que por eso mucha gente asocia su propósito con su trabajo.
|
|
|
|
|
|
|
|
|