En la escenografía del poder, nada se deja al azar. Ochenta cañonazos retronaron en la plaza de Tiananmén. Tras la celebración de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, en la que China exhibió músculo económico, Xi Jinping mostró ayer su apabullante fuerza militar. Le acompañaban 26 jefes de Estado y de Gobierno. En el vistoso desfile, iba pasando todo el arsenal: aviones, submarinos, tropas, tanques, drones, robots y misiles de todo tipo, incluidos algunos modelos hipersónicos con cabeza nuclear de alcance intercontinental. Xi habló de paz, pero hizo una exhibición de su potencial de guerra.
Un micrófono abierto deparó un momento nada tranquilizador: una conversación entre Xi y Putin en la que ambos especulaban con que, gracias a la biotecnología, en este siglo puedan llegar a vivir 150 años y algún día, tal vez alcanzar la inmortalidad. De momento, Putin ya se ha asegurado quedarse en el poder hasta 2036.
Donald Trump era el gran antagonista ausente. Pese a que ha presumido de sus dotes de mediación y de su buena relación personal con Putin, Xi e incluso con Kim Jong-un, parece que no le hacen mucho caso. ¿Cómo puede reaccionar un gran narcisista herido? Esta es una pregunta que muchos se hacen, pero hay otra que os sorprenderá y que solo una persona puede contestar:
- ¿Y qué tipo de emperador romano sería Trump? La prestigiosa historiadora británica Mary Beard, experta en Antigua Roma y Premio Princesa de Asturias 2016, cree que sería como Heliogábalo. Y es un personaje tan extravagante y déspota que, comparados con él, “Nerón y Calígula parecen gatitos”. No os lo perdáis.
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